¿Por qué verano de 1945? Evidentemente es un año que marcó la historia de la humanidad por un hecho excepcional, el mundo descubrió que una sola bomba podía destruir una población entera; sí, la fuerza atómica fue utilizada por primera vez, y esperemos que sea la única, como arma destructiva en una guerra. En aquel verano yo era muy pequeño y apenas me enteraba de lo que sucedía en ese mundo que para mí era muy limitado, tan exiguo que apenas abarcaba el tranquilo ámbito familiar y el de la clase de párvulos. Pero aquella noticia me impactó, la oí por boca de un tío mío que llegó a la casa y dijo: Los americanos han lanzado una bomba que ha destruido una ciudad entera, se llama la bomba atómica. Ocurrió el 6 de agosto. Meses antes, al final de la primavera de aquel año, los alemanes ya habían sucumbido ante el poder de los aliados.
Ahora,
al cabo de tantos años me pregunto: ¿qué sucedía por entonces en una ciudad
como Granada que a ojos de un niño parecía tan alejada de aquel terrible
conflicto? ¿Acaso las gentes se escondían al ponerse el sol y la urbe se sumía
en la oscuridad de unas tenebrosas y negras noches?
Naturalmente
yo no recuerdo nada de eso, sino todo lo contrario, los cines de verano, las
gentes sentadas en la puerta de sus casas en amenas tertulias mientras los
zagales inundaban las placetas y calles con el griterío de sus juegos,
especialmente los gratos cánticos de las niñas en torno a la rueda, la comba,
la rayuela y tantas otras diversiones con que el mundo infantil agudizaba su
ingenio y era fiel seguidor de unas tradiciones por desgracia periclitadas hoy
en día.
Todo
esto puede ser subjetivo, la experiencia propia no es la de los demás, por eso,
queriendo acercarme a una realidad más próxima, y aún sabiendo que la prensa
estaba sujeta a la tenaz censura, me he querido acercar a las noticias de
aquellos días dada mi afición de ratón de hemerotecas, porque, a pesar de las
restricciones informativas, la evidente realidad era la que era y sorprende la
vitalidad de un pueblo que quería superar cualquier contrariedad y una ciudad
que se remozaba y resplandecía por encima de todo.
Entre los acontecimientos de aquel verano
podemos destacar: El arreglo y conversión del antiguo Convento de San Francisco
en lo que más tarde se llamó Parador de
San Francisco. La inauguración del magnífico teatro de verano Gran Capitán. La inauguración del
estupendo Estadio de la Juventud, un
polideportivo increíble en aquellas fechas, dotado de gran piscina, frontón,
pistas de tenis y baloncesto, campo de fútbol rodeado de pistas de atletismo y
carreras, amplia tribuna y gradas de espectadores. La bella y clásica
remodelación de la Plaza de Alonso Cano con su correspondiente estatua.
Los clásicos conciertos en el Palacio de
Carlos V dirigidos por el gran músico Conrado
del Campo, semilla de lo que más tarde se convirtió en el Gran Festival de Música. En fin, los
anuncios de aquellos tiempos que reflejaban en gran manera el ambiente lúdico
de una ciudad.
1 comentario:
Interesante la miscelánea que nos trazas de aquella Granada del 45 tan lejana ya, y tan de ayer mismo, que nos presentas en tu remozado “Cuadernillo de bitácora”.
Conmueve la comparación de nuestra Granada (con sus problemas cotidianos saliendo de la hambruna y otras estrecheces), con la entrada de la Era Atómica.
Aquel hecho cainita sobre Japón, borró de un plumazo al hombre de la categoría de Ser Universal.
Un abrazo
Publicar un comentario