lunes, 3 de diciembre de 2012

SOCIEDAD SIERRA NEVADA

Con motivo del Centenario de la Sociedad Sierra Nevada publiqué el siguiente artículo en la revista de la Asociación Ofecum cuya portada y texto incluyo en este blog
Portada de la revista Ofecum de noviembre de 2012
RECUERDOS EN EL CENTENARIO DE LA SOCIEDAD SIERRA NEVADA
Por estas fechas se conmemora el cien aniversario de la Sociedad Sierra Nevada, entidad  dedicada a todo lo referente a los deportes relacionados con la montaña granadina. Pero en la historia del montañismo en Sierra Nevada sin duda marca un hito el año 1898, cuando aparece la asociación "Diez Amigos Limited", la cual estaba constituida por miembros del Centro Literario y Artístico de Granada y cuyo primer impulsor fue Gregorio Fidel Fernández, catedrático y prestigioso medico de la ciudad. Su primera excursión se realizó en el verano de 1899; trece años más tarde, en 1912, se convertiría en la Sociedad Sierra Nevada, tercer club más antiguo de España y pionero en Andalucía, cuyo trabajo consistiría en el desarrollo turístico y deportivo de Sierra Nevada, así como la construcción del primer albergue en el macizo, el de la Hoya de la Mora. Para ello hablaron con el gobernador civil de la época Benito del Campo y Otero y en 1915 se abría el albergue San Francisco en los Campos de Otero, llamado así desde entonces por el nombre de su impulsor. En tan dilatada vida esta asociación ha sido testigo de no pocos  acontecimientos relacionados con los aspectos turísticos y económicos que Sierra Nevada ha representado para Granada, manifestado por los grandes proyectos que facilitaron el acercamiento de los amantes del deporte y de la naturaleza hasta las cumbres de esta sierra granadina, compatibles con el desarrollo agrícola, ganadero y minero de la zona. Dos de los proyectos más importantes fueron sin duda la construcción de la carretera que se anunciaba como la más alta de Europa, llevado a cabo por el malogrado ingeniero Juan José de Santa Cruz, y la construcción del inolvidable  Tranvía de la Sierra, impulsado por el Duque de San Pedro de Galatino.

Pero este acontecimiento me trae el recuerdo de haber vivido hace medio siglo las Bodas de Oro de esta Sociedad. Para celebrar aquellos cincuenta años de ininterrumpida actividad se organizaron distintas pruebas deportivas relacionadas con la  montaña y la nieve así como la proyección de documentales cedidos por la Embajada Suiza y una Exposición de Fotografías en los Salones del Centro Artístico que en aquel año estaban situados en la primera planta del edificio donde se ubica el Café Suizo, entrando por la calle Mesones, los temas del Concurso-Exposición versaban sobre Granada, Sierra Nevada y la Costa del Sol.
Todo esto me viene a la memoria porque, además de ser testigo del evento, también participé en pequeña escala en el mismo. Sí, mi afición por la montaña va unida a la de la fotografía y no sabría decir cuál de las dos supera a la otra. Resulta que por aquellos años yo hacía mis pinitos por la alta montaña al tiempo que experimentaba el gusto por el arte fotográfico, una afición que difiere mucho de la actual era digital, pues se extendía hasta el revelado de las fotografías en el improvisado laboratorio casero, para ello componía hasta los propios reveladores comprando a granel los productos químicos requeridos. Recuerdo la de veces que me acercaba a la Droguería Santaella en la calle San Jerónimo para comprar el papel fotográfico y que me pesaran la hidroquinona y el carbonato de sodio para el líquido revelador y el hiposulfito sódico y el metabisulfito potásico para el fijador entre otros productos químicos; los liaban en papel de estraza y en la casa los disolvía en agua. Nada podía igualar la emoción sentida en el cuarto oscuro, bajo la penumbra de la luz roja de una bombilla teñida, al observar cómo en aquel papel blanco sumergido en el líquido de la bandeja iban apareciendo las primeras sombras que a los pocos segundos se convertirían en la imagen que habíamos captado con nuestra máquina. Como puede intuirse, al enterarme del concurso fotográfico convocado por la Sociedad Sierra Nevada, preparé algunas ampliaciones que consideré adecuadas y las envié para participar en él. Aunque siempre existe alguna remota esperanza, para mí fue una sorpresa conseguir el segundo premio del tema “Sierra Nevada” entre el centenar de obras que fueron presentadas, la titulé “Nieve de Agosto”  (Foto de portada de esta revista). El merecido primer premio fue para la foto “Hacia el Trevenque” de Manuel Cascales Guindos. También envié otra para el tema “Granada” que no salió premiada pero, principiante como era, para mí fue una satisfacción que fuera mencionada por el artista y crítico del periódico “Ideal” Marino Antequera cuando en su crónica escribió: Muy bien comprendida la luz en “El arenero”, de Manuel Espadafor Caba. Así titulé aquella foto a contraluz de un típico arenero que bajaba con sus burros por la Cuesta del Realejo. Para un novato como yo ¿qué más podía desear?. Hoy, al cabo de tantos años, solo puedo dar gracias a Dios por haberlos vivido y poder presenciar el centenario de la Sociedad Sierra Nevada a la que deseo cumpla muchos años más.

El autor de este artículo en 1961 en la Laguna de las Yeguas
Cara y reverso de la medalla del 2º Premio
 Manuel Espadafor Caba, diciembre de 2012