viernes, 14 de junio de 2013

TEATRO ROMANO DE ILIBERIS

Amaneció un hermoso día y apetecía salir, decidí subir por la Cuesta de San Ildefonso y las Veredillas de San Cristóbal hasta el mirador del mismo santo. Después de contemplar la leve bruma que envolvía la colina de la Alhambra y que se extendía hasta la vega como un suave manto blanquecino, la ligera y fresca brisa fue limpiando poco a poco la atmósfera y permitiendo distinguir cualquier detalle en toda la panorámica. Continué mi paseo por San Bartolomé hasta salir a Pagés y tomar la cuesta de San Gregorio Alto, atravesé la Plaza de la Cruz de Piedra y me dispuse a subir hasta el cerro del Aceituno, junto a la ermita de San Miguel. Desde allí el panorama se ensanchó e invitaba a hacer un recorrido visual desde Sierra Nevada hasta los confines de la Vega, más allá de Sierra Elvira, donde un punto blanco encaramado en un lejano risco sugería que se trataba del Castillo de Moclín, no en vano había servido en la antigüedad para recibir y transmitir señales desde la Torre de la Vela.
Pero he aquí mi sorpresa al pasar la vista por el cercano Albaicín que desde mi posición dominaba a la perfección, justo por las Veredillas de San Agustín y el Carril del mismo nombre que forma un semicírculo que rodea un hermoso Carmen. Justo en esa finca acababan de remover tierra y desbrozar el abundante follaje que dejaba al descubierto lo que siempre había intuido: los restos del teatro romano del antiguo Municipium Florentino Iliberritanum…
Desperté con dolor de cabeza mientras la lluvia se deslizaba abundante por los cristales del ventanal…, sentí gran decepción ¿todo había sido un sueño?